8/3/17

Los bombos tenían sed de asfalto.




"Con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes"
Juan Perón
 



Bajamos del subte en Perú, enfilamos a Plaza de Mayo -porque tenemos memoria y sabemos, como todxs los compañeros y compañeras q marchamos hoy, que esta movilización debía ser allí y no en ese estrecho pasillo de un ignoto Ministerio-. Queríamos pisar la Plaza de las Madres y Abuelas como primer acto político de nuestra participación en la marcha. Lo hicimos y salimos de la Plaza, casualmente y por las ganas de recorrer la movilización, con una columna de ATE hacia Paseo Colón y Av. Belgrano siguiendo el camino que permite este Gobierno miedoso multiplicador de las vallas, ahí estuvimos con SUTEBA y Aeroportuarios un rato, luego avanzamos, en contra mano por Belgrano, hasta el frente de la columna de la CTA autónoma y entramos en las últimas columnas de la CGT (en cada encrucijada, un grupo nuevo llegaba para sumarse a la columna). Seguimos avanzando, hamburguesa en una mano, birra en la otra, hasta Diagonal Sur: el bardo era absoluto, ensordecedor, bellísimo. De la corrección de la CTA habíamos entrado al corazón de la CGT. Encaramos hacia el escenario a paso casi imposible: llegamos hasta Chacabuco y Moreno y vivimos ahí, y después de haber recorrido toda esa multitud, la vergonzosa aparición de la cúpula de CGT.
El comienzo del acto parecía imposible: los organizadores llamaban desde el palco a bajar banderas y escuchar a los oradores: los bombos y los tres tiros se multiplicaban (3x1 = 3; 3x2=6; 3x3=9, etcétera). Alguno tuvo la inteligencia de poner el Himno Nacional en los altoparlantes y aplacó el ánimo general, sólo por un momento.
Acuña fue el primer orador o, para ser justos, el primer intento de orador: su voz y su cadencia discursiva se apagaron bajo el ruido popular, bajo el reclamo de los bombos que lo tapaban y desconcertaban. Invocó a Rucci como muletilla (rancia a esta altura histórica) contra la izquierda peronista y allí se reavivó lo que el Himno había mitigado (y fue TODO el Movimiento el que tapó con los bombos: desde la UDA a la UOCRA).
Lo siguió Schmid haciendo un enorme y sostenido papelón. Reticente a poner fecha con imprecisiones que insultaban la inteligencia de todos los presentes, mencionó el diálogo con el Gobierno y fue escandalosamente silbado. Lo único que repitió con énfasis, evidentemente creyendo que su anuncio era un favor, fue que la CGT se plegaba al Paro Internacional de Mujeres. Un machito ejerciendo su patetismo.  
Al tocarle el turno a Daer, tuvimos la breve esperanza de, al menos, un discurso hilado: fue un bochorno: lo apabullaron de realidad.
El momento épico e irremontable fue el furcio que desató la risa, la bronca y el abandono de varios del acto: “habrá paro antes de fin de año”. En un país de psicólogos –amateurs, mayoritariamente-, el dirigente metió la lengua en el capítulo 1 de Freud para principiantes y fue el colmo. Perdió toda autoridad. Él y todos los dirigentes tibios y con síndrome de CEO-Estocolmo.
Sus discursos fueron los discursos del gobierno neoliberal. Hablaban de inversiones y de diálogo desnudando lo que son: soeces entreguistas, aspirantes a capataces del patrón, buchoncitos patoteros.
El descontento fue total, espontáneo y profundo: no hubo uno solo de nosotros que no puteara pidiendo fecha del paro y la dirigencia mostró su incapacidad de acción y de reacción.
Cantamos la Marcha y desconcentramos desandando Belgrano hasta Perú. Al llegar al monumento al genocida nos cruzamos con Pino Solanas que, cámara digital en mano, llegaba tarde, una vez más. Detrás, para peor, avanzaba el radical massista Nito Artaza. En Av. de Mayo estaba la Cámpora entrando a la Plaza Mayor. Habían intentado avanzar por Perú, pero se replegaron en esa nueva dirección ante los incidentes (por cierto, de los incidentes, la simbólica toma del palco, nos enteramos al llegar a Estación Once).
Recorrimos entre quince y veinte cuadras de gente, de pueblo, manifestándose. No hubo una sola rosca, un solo empujón entre compañerxs. Lo que se manifestó fue un hartazgo, hartazgo con las políticas neoliberales y con el entreguismo de la cúpula sindical. Hartazgo con esos que comienzan sus discursos invocando a Rucci. Hartazgo de que siempre le cuiden el culito al patrón y lo llamen “paz social”. Hartazgo de la inoperancia y la prepotencia de quienes se creen dueños de los trabajadores y del peronismo. Hartazgo de la complicidad entre Daer, Schmid, Acuña, Moyano, Pérsico, y el Gobierno y de cada uno de los que creen que hacer política es cosa de escritorios con café y fotos para la prensa e inventan un país a través de las declaraciones en los medios.
La Verdad salió a la calle y los desubicó, los asustó, los silbó, los puteó y los corrió.
Los bombos tenían sed de asfalto. Los bombos extrañaban las calles. Los bombos tomaron el palco. Si quieren verlo o no, peor para ellos. 

7 de marzo de 2017

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