16/7/18

LA PERRA es...





LA PERRA es…[*]

a la jauría universal
a nuestra jauría amiga
a mi íntima jauría

(Flyer: Carlos Autieri)


0 / Pre-logos

Las doñas –en  su infinita sabiduría de doñas- y los pedagogos –esa forma académica del ideario doña- sostienen que los niños ingresan alrededor de los cuatro años en una fase cognitiva bautizada “La Edad de los Porqué”. Debo confesar que estas palabras que continúan se me revelan como hipotéticos, pero inocultables, índices de una fijación en dicho período.
Son, ante todo, episódicos resguardos de mi timidez innata y el antídoto de mi desorden: Sean, pues, entendidas como el cumplimiento formal de lo que la sorpresa y la alegrísima fascinación no permitieron verbalizar aquella tarde-noche de la Feria del Libro de Buenos Aires cuando fui anoticiado del Primer Premio del Concurso Internacional de Poesía Raúl González Tuñón que tiene su corolario físico en este libro que respira, un año más tarde, en el mundo de lo existente.  
El Porqué fundamental y fundacional de estas palabras, que trazan un repensar un poema desde la incredulidad de lo sucedido con él, es el que lógica e íntimamente se hace un inconformista al recibir cualquier elogio por su obra –exponencialmente cuando el elogio es un Primer Premio y quienes elogian son notables exponentes de la Literatura que uno ama-. ¿Por qué LA PERRA, mi subpoema/libro, es merecedor de tal distinción? ¿Es este barbudo tartamudo y sexy un hacedor destacable? Quiero decir, me cuestiono su esencia y existencia en una dialéctica esquizofrénica de autodescubrimiento y aprendizaje –de la que pretendo zafar comunicándoles este palabrerío que sigue: 


I / TENSIONES

Léase como hipótesis: LA PERRA es un libro de tensiones. Y la poética subpoética que lo origina es, inexorablemente, una estética de tensiones.

Debo contar esto que continúa, quizás como excusa, quizás como contexto, quizás como testimonio vital de esta tesura que atraviesa y obra en LA PERRA:  

a) ¿Quién?
Nací en Parque de los Patricios, barrio obrero de la Ciudad/Capital, el barrio de mi abuelo paterno, vitalicio quemero y ferroviario, fallecido cuando aún sus hijos eran púberes. Soy hijo de Gabriel, un tornero aficionado a la Historia y a la Literatura, afiliado hasta la clandestinidad al Partido Comunista, sobreviviente de la Dictadura Cívico-Militar, resentido y desalmado espectador derrotado de la festichola neoliberal del Menemato.
Soy hijo de Elvira, migrada a la fuerza de su Misiones natal al sur del Conurbano cuando apenas contaba 8 años. Migrada de la libertad del monte, del vergel paradisíaco, al hambre del asfalto, al trabajo infantil, a la explotación. Peronista de Eva. Costurera, Madre, mujer en un mundo machista.  
En mi nombre se cifran mi abuela materna, Sergia Rodríguez, y mi tío abuelo paterno, Felipe Montagna. Mi sangre guarda el devenir sudamericano de los derroteros por las naciones europeas (Calabria, Cerdeña, Toulouse) y el arraigo gaúcho de mi abuelo Israel Barboza, muerto por la tristeza que encubre el alcohol. Soy hijo de una tensión genética desbordada en una borrachera de las primeras horas de 1979. Una tensión entre Verdi y Tránsito Cocomarola, entre el Dante y Horacio Quiroga.

b) ¿Dónde?
Habito un distrito que honra con su nomenclatura al pensador más avanzado del ideario de Mayo y que desborda del subproducto grotesco de la explotación capitalista. Soy de Moreno, del Oeste del Conurbano, ese cordón perfecto e invisibilizado donde residimos (residuales y residuos) los albañiles que construimos la fachada de la farsa ideológica.
Habito una tensión geográfica y cultural entre la ciudad unitaria, megalómana y estúpida, ariete de las concepciones eurocentristas; y la Patria federal, orgullosa y sectaria, cuna y refugio de las expresiones folklóricas. El Conurbano es esa (falsa, pero tangible) tensión entre la Cultura Popular y la Cultura Académica, cronotopo de la dicotomía sarmientina Civilización/Barbarie.

c) Ergo
Es esa tensión la que da origen y se refleja en LA PERRA. La Subpoesía –ese nombre con el que bauticé a esta forma de habitar siempre en una poiesis en desarrollo y de entender el acto de transformación artístico como instancia superior al hacedor- es una tensión irresoluble donde coexisten dos instancias: El Subpoeta/poetante y el Pluspoetando/lector o víctima.  Poetante, porque, repito, la poiesis es un acto constante, vital e irrenunciable y porque el texto del Subpoeta/Poetante sigue transformando(se) siempre, como la palabra viva; y Pluspoetando entendiendo al lector como una proyección que trasciende al autor y al texto y que vitaliza y revitaliza la poiesis. Por tanto, la Subpoesía es una expresión deontológica antes que estética. Es el nombre, en un tiempo y en una materia donde suele faltar, de una ética creativa. La estética (llámese a esta forma Esoterismo grunge o Surrealismo sucio o Plusobjetivismo necrobarroco) es una consecuencia de, citando al querido y admirado poeta y primo bastardo, Jotaele Andrade, “volver a la palabra poética, es decir a la honestidad intelectual”. Hacer una poiesis que en sí sea su teoría y su sustento, sin manierismo demodé y efectista.

d)  y además…
LA PERRA es el ejercicio poético que me permitió dar el paso en el vacío y arriesgar una voz, es decir, mi forma de pronunciar el mundo. LA PERRA es mi aullido y es mi ontología oscura, noctívaga y colectiva: LA PERRA es una jauría. La jauría que me constituye y a quién dedico fantasmalmente este libro.



II / PREMIO

LA PERRA es un libro seleccionado y premiado por un jurado de notables poetas y literatos, a los que admiro y sin cuya lectura no hubiese sido posible mi escritura: los inmensos Horacio Salas, Laura Yasan y Alberto Szpunberg.
Por esta admiración profunda que siento por ellos –y si  me corresponde a mí hacerlo, digo, si admito que ser el escribiente de estos versos es algo más que una anécdota-, es que acepto en nombre de estos poemas y del barbudo que fui entre los eneros de 2009 y del 2014 su premio y destaque entre otros 450 y pico de libros de poetas hispanoparlantes.
Por la gente de Lamás Médula Ediciones y Grupo Editorial Sur, patrocinadores del Concurso,  y por este jurado relevantísimo, LA PERRA queda atada al nombre de don Raúl González Tuñón. Y eso ya es mucho decir del poemario. No hay agradecimiento que colme este honor descomunal, espero estar a la altura, confío ciegamente en su veredicto de que el libro lo está.



III / HISTORIA

LA PERRA fue concebida entre dos eneros. El primero, fue en una casa alquilada frente a los médanos: donde es mar, pero no muy lejos es río. El segundo enero transcurrió en la serranía, en el punto más alto del valle de Traslasierra. En el medio, la pampa suburbana, la muerte de mi padre, la renuncia forzosa a la juventud física, lo subconsciente, los excesos y el encierro: crisálida ebria de incertezas.
LA PERRA es, fue, el ejercicio primigenio de asumirme escribiente para ser libre. Se ha dicho de mis escritos que son disruptivos, formas novedosas, difíciles de encasillar, inhabituales, de hacer Literatura. Lo menciono porque siento que estos calificativos hacen justicia a una búsqueda que nació antes de LA PERRA, pero que, sin dudas, encuentra su primer paso firme en este libro. He intentado lograr eso. He intentado librarme de todo prejuicio y coherencia, en tanto límites: la mayoría de las veces fracasé. Esas cenizas –mezcladas en un mismo canope, con sangre y vino- son testimoniadas en los versos de este volumen de Subpoesía.



IV / ESPEJO

LA PERRA es el resultado de dos partes, dos capítulos poéticos, que tienen un juego dialéctico entre sí.
La primera, La Perra, propiamente ladrada, es la presencia omnipresente del Tarot y del Arcano XVIII (lo onírico, lo oculto, lo temido, lo cósmico, lo materno, lo femenino, lo subconciente) en una serie de textos de poca respiración, de confusión léxica, de verticalidad exagerada, en un tono tensionado de surrealismo de los objetos: cercano a lo que Dalí postuló como el Método paranoico-crítico: Lo que está ahí, frente a nuestras existencias, está con un propósito que debemos descifrar. Averiguar cuál y para qué es la tarea del Artista (claramente, tiene como principio el axioma de Lautréamont tan caro al Surrealismo del General Juan Domingo Breton: “bello como el encuentro fortuito, sobre una mesa de disección, de una máquina de coser y un paraguas”). En fin, hay un bucear informal por las experiencias del Sueño, del alucinógeno, de la violencia, de la perversión, de la sexualidad, de la muerte, del miedo a, etc. 
La segunda parte, Nocturnos, es una antología de poemas q, como indica su título, están escritos rigurosamente en las noches, trasladando experiencias vespertinas. Lo siento más objetivista y, como indica el epígrafe de Artaud que encabeza el conjunto, nace de la renuncia al Sueño. Digamos, paradójicamente, poemas de vigilia que dialogan con los poemas oníricos de la primera parte: La presencia/experiencia de lo concreto, del asfalto, lo humano, lo literario, abunda allí. Frente al miedo a la muerte de “Herencia” en la primera parte, la certeza de muerte en “Despedida”; frente a la sensualidad erótica y cárnica de “Perra/5”, “Perra/6” y “Blues”, las estrías de “Mapas”, los fantasmas de “Huellas” y la nómina exhausta de “Huesos”; frente a la comedia grotesca del Ser en “Perra/8”, el drama existencialista de Erdosain en el poema IV; etcétera.



V  / POEMA-NOUVELLE

LA PERRA es ¡también! una respuesta a un desafío. Desafío propio, por supuesto, enmarañado en las ansias de probar y probarme nuevos horizontes.
El desafío de narrar con poesía, de poemar una novela. LA PERRA ¡también! puede leerse como una nouvelle inicíatica donde el Poetante se enfrenta al terrible, temible y orgásmico deseo de repetir lo inefable, El Misterio, encarnado en el arquetipo cósmico femenino del Arcano XVIII del Tarot: La Lune, madre de la Poesía.
Del Génesis a Marilyn Manson. De Contursi al Indio Solari. De Artaud a Gelman. De Camus a Derrida. De Arlt a Gregory Corso. De Pizarnik a de Beauvoir. El entramado de epígrafes que acompañan los poemas son ¡también! una expresión de la tensión estética y de la búsqueda del héroe del poema, son sus ángeles guardianes en el tránsito por ese abismo en el que desea reencontrarse con la Hembra que lo transformó, con el Orgasmo Nirvana de su Despertar a El Misterio.
“Inventario” presenta al Poetante: 30 años y la decadencia, el hastío, la derrota. Los versos finales confirman, a la vez, la separación entre el concepto tradicional de Yo poético y la figura del Poetante (una creación, un “invento” más dentro de las otras formas retóricas de la obra porque, repito, la poiesis es un acto constante, vital e irrenunciable y porque el texto del Subpoeta/Poetante sigue transformando(se) siempre, como la palabra viva”),
El paso siguiente es el derrumbe desde “el polvo blanco de las alas de Hermes”, definición del poeta beat para la cocaína. El relato es vívido y vibrante: se entremezclan imágenes fantasmagóricas, argots y confesiones límites, dolorosas, patéticas: “¡Toso porque no me entra más alma en el pecho!”, “masa uno en masa”, “Hasta la epifanía / huele a callos”.
La caída da paso a la reconstrucción epistemológica/ontológica/poética en tres etapas: “Perra/2”, “Perra/3” y “Perra/4”. La primera con una evidente referencia en Gelman y las  siguientes con el subtítulo de “Genealogías” y “Raíz”, respectivamente,  ahondando en las ruinas “de la infortuna carne / q me tapizó el sexo / hasta esta lluvia” para revelar el origen de la propia oscuridad: la cara oculta de la Luna que constituye al penante.
“Pánimávida/18” sugiere una reacción, una exteriorización final, un exorcismo de las propias bestias que lo hunden “en la espuma de sí misma”. Desdoblamiento de amada y amante en un mismo enunciado: encuentro, en definitiva, del Poetante y La Perra, encarnación de El Misterio. Encuentro íntimo por antonomasia.
“Perra/5” narra, crudamente, el encuentro: lo erotiza por la única forma en que puede metaforizarse el proceso creativo: el sufrir gozoso, el sadismo de la disputa entre lo que se quiere decir y lo que El Misterio permite u obliga decir. No es la musa romántica de los amores pastoriles o posmodernos: es La Perra (¡Perrísima!): la que rasga, muerde, exprime, eyacula, lame, crucifica, y más (en orden aleatorio).
En “Perra/6” se establece un diálogo entre los amantes: la promesa del retorno, la certeza de la infidelidad. Instancias dialécticas de la creatividad que se evidencian en el “Perra/7-Blues”. El Poetante y su boca como territorio de disputa con La Perra que lo engaña y estimula, que lo acosa y abandona.
El retorno a la rutina, en “Perra/8”, es un retorno imposible: ya nada puede ser visto con los ojos del antes, de la “pre-Perra”. La realidad se evidencia como “la irrealidad / el juego / (…) / la irrelevante sucesión de gags”. El vecino mecánico es un “simio tosco de stanley kubrick”. Mientras en la cocina se quita las lagañas “un Kong en calzones de algodón” entre “correrías de Prevert/idos polimorfos”. Pero la palabra, la total, la definitiva, la poética, “/parece/” que nunca será dicha (decir y felicidad).
“Herencia” cierra el capítulo o primera parte con una reafirmación de originalidad, un llamado a Ser y no a Heredar, una apuesta chamánica por la “trampa sagrada” y un reconocimiento soslayado de que, si la Singularidad es un constructo ficcional, una capricho infundado, también lo es la condena de redundar en la propia historia con las historias de nuestros antes.
Los Nocturnos de la segunda parte son el testimonio de esa dialéctica creativa subpoética: el uso de la segunda persona y de la primera en plural lo evidencian. Desde el primer Nocturno hasta “Mapas” hay un hacerse, entre “Huella” y “Despedida” se declama la tensión del deseo de más y la dicotomía que implica el dolor: Tánatos y Eros, rearticulados.
“Místico” sintetiza, en el cronotopo de la Madrugada, el orbe de encuentro entre Hombre y Misterio. El Subpoeta y La Perra se instalan en ese infinito de tensión entre la noche y el nuevo amanecer, entre el silencio y el ruido, cuna y manantial del aullido que revive orgásmicamente en cada encuentro.



VI / METAFÍSICA

LA PERRA es un poemario metafísico. Una metafísica de asfalto con manchas de gasoil donde se reflejan como luciérnagas las luces de stop de un desvencijado peugeot. Una metafísica oprobiosa, caótica, de carne y alambre, de cocaína, muertos y máculas. Una metafísica de preguntas y búsquedas, de incertezas, de agonías y silencios. Una metafísica grunge, quebrada de sueños, apática a fuerza de utopías, cabrona y sensible, simple y retorcida. Una metafísica de tensión, de barbarie y civilización, de eros, de sacrilegios y devociones. Metafísica estética y ética, subpoética, nouvelle/poema, síntesis surrealista de espejos. Una metafísica del hombre y sus Misterios: Ser, Amar, Crear, Morir. Una metafísica vital y mágica, onírica, desafinada, perversa y múltiple. Una metafísica macedoniana, como el siglo XXI. Una metafísica suburbana, subterránea, subdesarrollada, subjuntiva.



VII / ADVERTENCIA

Oliverio Girondo, a cuya masmedular memoria homenajean los queridos editores de LA PERRA, escribió que “Un libro debe construirse como un reloj y venderse como un salchichón”. Es fatalmente cierto. Algunos, muy difundidos por los organismos de control poético, han logrado invertir la carga y escriben como salchichones lo que venden con pretensión de máquina precisa y enjoyada.
No es este mi caso. Tengo la histórica derrota del comercio tatuada en mi sino, lamentablemente. Hago relojes, eso sí: Cada negligencia en estos versos ha sido cuidadosamente descuidada. Si quieren salchichón, lo encontrarán en otras góndolas.
Lo señalo con respeto y sin interés alguno en declarar la superioridad de los prismas temporales por sobre los embutidos hiperbólicos. Por el contrario, entiéndase como advertencia y como deseo de resaltar la multiplicidad de estéticas y fórmulas literarias que nos rodean y la calidad emotiva, espiritual, pragmática y creativa de los cientos o miles o infinitos lectores que las religan con su hacer de Pluspoetandos.
Para cada texto hay, más o menos, un par de orejas, un corazón y un fragmento de Universo que lo espera: el encuentro, inexorablemente, sucede y justifica la maravilla cruel que es la vida. Ese es el Misterio por el que aúlla LA PERRA.



VII / POST DATA

A la vuelta de la última página del libro, más o menos, tendrán alguna forma virtual de hacerme llegar sus comentarios, críticas, recomendaciones, insultos, amenazas, invitaciones a birrear, declaraciones obscenas, cartas documento o regalos estrambóticos. Uds. deciden: en ese orden o el que prefieran. Pero los convido, los exhorto y les ruego que lo hagan.
LA PERRA, salteando anteriores pensares, es un libro de poesía. Un conjunto humilde y honesto, intenso y crítico, novedoso y esperanzado de poemas. Tendrá la repercusión y la difusión que sus lectores hagan de ellos y me servirá para seguir aprendiendo y cuestionándo(me)(nos)(lo), y para seguir descifrando qué es este Misterio, de qué se trata esto a los que algunos llaman Dios, Amor, Muerte, y nosotras y nosotros llamamos Poesía.

 
Sergio Felipe Mattano
Subpoeta.



[*] El sábado 13 de mayo de 2017, en el marco de la 43° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires,  se anunció que el jurado integrado por los extraordinarios poetas y escritores Horacio Salas (ex Director de la Biblioteca Nacional, Condecorado por el gobierno francés con la Orden de Chevalier des Arts), Laura Yasan (Premio Casa de las Américas 2009, Premio Carmen Conde 2011) y Alberto Szpunberg (Premio Casa de las Américas 1966, Premio Antonio Machado  1993/94) declaraba al libro LA PERRA de Sergio Mattano como ganador y primer premio del Concurso Internacional de Poesía Raúl González Tuñón.
En mayo de 2018, durante la 44° FILBA, el poemario fue publicado y presentado por Grupo Editorial Sur en cumplimiento del premio estipulado.
La presente sucesión de textos forman parte de anotaciones y cavilaciones del autor en el proceso de corrección, análisis, deconstrucción y reencuentro con su obra durante el año mediante entre ambos hechos. 

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