LA PERRA es…
a la jauría universal
a nuestra jauría amiga
a mi íntima jauría
(Flyer: Carlos Autieri)
0 / Pre-logos
Las doñas –en
su infinita sabiduría de doñas- y los pedagogos –esa forma académica del
ideario doña- sostienen que los niños ingresan alrededor de los cuatro años en
una fase cognitiva bautizada “La Edad de los Porqué”. Debo confesar que estas
palabras que continúan se me revelan como hipotéticos, pero inocultables, índices
de una fijación en dicho período.
Son, ante todo, episódicos resguardos de mi timidez
innata y el antídoto de mi desorden: Sean, pues, entendidas como el
cumplimiento formal de lo que la sorpresa y la alegrísima fascinación no
permitieron verbalizar aquella tarde-noche de la Feria del Libro de Buenos Aires
cuando fui anoticiado del Primer Premio del Concurso Internacional de Poesía
Raúl González Tuñón que tiene su corolario físico en este libro que respira, un
año más tarde, en el mundo de lo existente.
El Porqué fundamental y fundacional de estas palabras,
que trazan un repensar un poema desde la incredulidad de lo sucedido con él, es
el que lógica e íntimamente se hace un inconformista al recibir cualquier
elogio por su obra –exponencialmente cuando el elogio es un Primer Premio y
quienes elogian son notables exponentes de la Literatura que uno ama-. ¿Por qué
LA PERRA, mi
subpoema/libro, es merecedor de tal distinción? ¿Es este barbudo tartamudo y
sexy un hacedor destacable? Quiero decir, me cuestiono su esencia y existencia
en una dialéctica esquizofrénica de autodescubrimiento y aprendizaje –de la que
pretendo zafar comunicándoles este palabrerío que sigue:
I / TENSIONES
Léase como
hipótesis: LA PERRA es un libro de
tensiones. Y la poética subpoética que lo origina es, inexorablemente, una
estética de tensiones.
Debo contar esto
que continúa, quizás como excusa, quizás como contexto, quizás como testimonio
vital de esta tesura que atraviesa y obra en LA PERRA:
a) ¿Quién?
Nací en Parque
de los Patricios, barrio obrero de la Ciudad/Capital, el barrio de mi abuelo
paterno, vitalicio quemero y ferroviario, fallecido cuando aún sus hijos eran
púberes. Soy hijo de Gabriel, un tornero aficionado a la Historia y a la
Literatura, afiliado hasta la clandestinidad al Partido Comunista,
sobreviviente de la Dictadura Cívico-Militar, resentido y desalmado espectador derrotado
de la festichola neoliberal del Menemato.
Soy hijo de
Elvira, migrada a la fuerza de su Misiones natal al sur del Conurbano cuando
apenas contaba 8 años. Migrada de la libertad del monte, del vergel paradisíaco,
al hambre del asfalto, al trabajo infantil, a la explotación. Peronista de Eva.
Costurera, Madre, mujer en un mundo machista.
En mi nombre se
cifran mi abuela materna, Sergia Rodríguez, y mi tío abuelo paterno, Felipe
Montagna. Mi sangre guarda el devenir sudamericano de los derroteros por las
naciones europeas (Calabria, Cerdeña, Toulouse) y el arraigo gaúcho de mi
abuelo Israel Barboza, muerto por la tristeza que encubre el alcohol. Soy hijo
de una tensión genética desbordada en una borrachera de las primeras horas de
1979. Una tensión entre Verdi y Tránsito Cocomarola, entre el Dante y Horacio
Quiroga.
b) ¿Dónde?
Habito un distrito
que honra con su nomenclatura al pensador más avanzado del ideario de Mayo y
que desborda del subproducto grotesco de la explotación capitalista. Soy de
Moreno, del Oeste del Conurbano, ese cordón perfecto e invisibilizado donde
residimos (residuales y residuos) los albañiles que construimos la fachada de
la farsa ideológica.
Habito una
tensión geográfica y cultural entre la ciudad unitaria, megalómana y estúpida,
ariete de las concepciones eurocentristas; y la Patria federal, orgullosa y
sectaria, cuna y refugio de las expresiones folklóricas. El Conurbano es esa (falsa,
pero tangible) tensión entre la Cultura Popular y la Cultura Académica,
cronotopo de la dicotomía sarmientina Civilización/Barbarie.
c) Ergo
Es esa tensión
la que da origen y se refleja en LA PERRA.
La Subpoesía –ese nombre con el que bauticé a esta forma de habitar siempre en
una poiesis en desarrollo y de
entender el acto de transformación artístico como instancia superior al hacedor-
es una tensión irresoluble donde coexisten dos instancias: El Subpoeta/poetante
y el Pluspoetando/lector o víctima. Poetante, porque, repito, la poiesis es un acto constante, vital e
irrenunciable y porque el texto del Subpoeta/Poetante sigue transformando(se)
siempre, como la palabra viva; y Pluspoetando
entendiendo al lector como una proyección que trasciende al autor y al texto y
que vitaliza y revitaliza la poiesis.
Por tanto, la Subpoesía es una expresión deontológica antes que estética. Es el
nombre, en un tiempo y en una materia donde suele faltar, de una ética
creativa. La estética (llámese a esta forma Esoterismo grunge o Surrealismo
sucio o Plusobjetivismo necrobarroco) es una consecuencia de, citando al
querido y admirado poeta y primo bastardo, Jotaele Andrade, “volver a la
palabra poética, es decir a la honestidad intelectual”. Hacer una poiesis que en sí sea su teoría y su
sustento, sin manierismo demodé y efectista.
d) y
además…
LA PERRA es el ejercicio
poético que me permitió dar el paso en el vacío y arriesgar una voz, es decir,
mi forma de pronunciar el mundo. LA PERRA
es mi aullido y es mi ontología oscura, noctívaga y colectiva: LA PERRA es una jauría. La jauría que me
constituye y a quién dedico fantasmalmente este libro.
II / PREMIO
LA PERRA es un libro
seleccionado y premiado por un jurado de notables poetas y literatos, a los que
admiro y sin cuya lectura no hubiese sido posible mi escritura: los inmensos Horacio
Salas, Laura Yasan y Alberto Szpunberg.
Por esta
admiración profunda que siento por ellos –y si me corresponde a mí hacerlo, digo, si admito que
ser el escribiente de estos versos es algo más que una anécdota-, es que acepto
en nombre de estos poemas y del barbudo que fui entre los eneros de 2009 y del
2014 su premio y destaque entre otros 450 y pico de libros de poetas
hispanoparlantes.
Por la gente de
Lamás Médula Ediciones y Grupo Editorial Sur, patrocinadores del Concurso, y por este jurado relevantísimo, LA PERRA queda atada al nombre de don
Raúl González Tuñón. Y eso ya es mucho decir del poemario. No hay
agradecimiento que colme este honor descomunal, espero estar a la altura,
confío ciegamente en su veredicto de que el libro lo está.
III / HISTORIA
LA PERRA fue concebida
entre dos eneros. El primero, fue en una casa alquilada frente a los médanos: donde
es mar, pero no muy lejos es río. El segundo enero transcurrió en la serranía,
en el punto más alto del valle de Traslasierra. En el medio, la pampa
suburbana, la muerte de mi padre, la renuncia forzosa a la juventud física, lo
subconsciente, los excesos y el encierro: crisálida ebria de incertezas.
LA PERRA es, fue, el ejercicio
primigenio de asumirme escribiente para ser libre. Se ha dicho de mis escritos
que son disruptivos, formas novedosas, difíciles de encasillar, inhabituales, de
hacer Literatura. Lo menciono porque siento que estos calificativos hacen
justicia a una búsqueda que nació antes de LA
PERRA, pero que, sin dudas, encuentra su primer paso firme en este libro.
He intentado lograr eso. He intentado librarme de todo prejuicio y coherencia,
en tanto límites: la mayoría de las veces fracasé. Esas cenizas –mezcladas en
un mismo canope, con sangre y vino- son testimoniadas en los versos de este
volumen de Subpoesía.
IV / ESPEJO
LA PERRA es el resultado
de dos partes, dos capítulos poéticos, que tienen un juego dialéctico entre sí.
La primera, La Perra, propiamente ladrada, es la
presencia omnipresente del Tarot y del Arcano XVIII (lo onírico, lo oculto, lo
temido, lo cósmico, lo materno, lo femenino, lo subconciente) en una serie de
textos de poca respiración, de confusión léxica, de verticalidad exagerada, en
un tono tensionado de surrealismo de los objetos: cercano a lo que Dalí postuló
como el Método paranoico-crítico: Lo que está ahí, frente a nuestras
existencias, está con un propósito que debemos descifrar. Averiguar cuál y para
qué es la tarea del Artista (claramente, tiene como principio el axioma de
Lautréamont tan caro al Surrealismo del General Juan Domingo Breton: “bello como el encuentro fortuito, sobre una mesa de disección, de una máquina de coser y un paraguas”). En fin, hay un
bucear informal por las experiencias del Sueño, del alucinógeno, de la
violencia, de la perversión, de la sexualidad, de la muerte, del miedo a,
etc.
La segunda
parte, Nocturnos, es una antología
de poemas q, como indica su título, están escritos rigurosamente en las noches,
trasladando experiencias vespertinas. Lo siento más objetivista y, como indica
el epígrafe de Artaud que encabeza el conjunto, nace de la renuncia al Sueño.
Digamos, paradójicamente, poemas de vigilia que dialogan con los poemas
oníricos de la primera parte: La presencia/experiencia de lo concreto, del
asfalto, lo humano, lo literario, abunda allí. Frente al miedo a la muerte de
“Herencia” en la primera parte, la certeza de muerte en “Despedida”; frente a
la sensualidad erótica y cárnica de “Perra/5”, “Perra/6” y “Blues”, las estrías
de “Mapas”, los fantasmas de “Huellas” y la nómina exhausta de “Huesos”; frente
a la comedia grotesca del Ser en “Perra/8”, el drama existencialista de
Erdosain en el poema IV; etcétera.
V / POEMA-NOUVELLE
LA PERRA es ¡también! una
respuesta a un desafío. Desafío propio, por supuesto, enmarañado en las ansias
de probar y probarme nuevos horizontes.
El desafío de
narrar con poesía, de poemar una novela. LA
PERRA ¡también! puede leerse como una nouvelle inicíatica donde el Poetante
se enfrenta al terrible, temible y orgásmico deseo de repetir lo inefable, El
Misterio, encarnado en el arquetipo cósmico femenino del Arcano XVIII del
Tarot: La Lune, madre de la Poesía.
Del Génesis a
Marilyn Manson. De Contursi
al Indio Solari. De Artaud a
Gelman. De Camus a Derrida. De Arlt a Gregory Corso. De Pizarnik a de Beauvoir.
El entramado de epígrafes que acompañan los poemas son ¡también! una expresión
de la tensión estética y de la búsqueda del héroe
del poema, son sus ángeles guardianes en el tránsito por ese abismo en el que
desea reencontrarse con la Hembra que lo transformó, con el Orgasmo Nirvana de
su Despertar a El Misterio.
“Inventario” presenta al Poetante: 30 años y la decadencia, el hastío,
la derrota. Los versos finales confirman, a la vez, la separación entre el
concepto tradicional de Yo poético y
la figura del Poetante (una creación,
un “invento” más dentro de las otras formas retóricas de la obra “porque, repito, la poiesis es un acto constante, vital
e irrenunciable y porque el texto del Subpoeta/Poetante sigue transformando(se)
siempre, como la palabra viva”),
El paso
siguiente es el derrumbe desde “el polvo blanco de las alas de Hermes”,
definición del poeta beat para la cocaína. El relato es vívido y vibrante: se
entremezclan imágenes fantasmagóricas, argots y confesiones límites, dolorosas,
patéticas: “¡Toso porque no me entra más
alma en el pecho!”, “masa uno en
masa”, “Hasta la epifanía / huele a
callos”.
La caída da paso
a la reconstrucción epistemológica/ontológica/poética en tres etapas: “Perra/2”,
“Perra/3” y “Perra/4”. La primera con una evidente referencia en Gelman y las siguientes con el subtítulo de “Genealogías” y
“Raíz”, respectivamente, ahondando en
las ruinas “de la infortuna carne / q me
tapizó el sexo / hasta esta lluvia” para revelar el origen de la propia
oscuridad: la cara oculta de la Luna que constituye al penante.
“Pánimávida/18” sugiere
una reacción, una exteriorización final, un exorcismo de las propias bestias
que lo hunden “en la espuma de sí misma”.
Desdoblamiento de amada y amante en un mismo enunciado: encuentro, en
definitiva, del Poetante y La Perra, encarnación de El Misterio.
Encuentro íntimo por antonomasia.
“Perra/5” narra,
crudamente, el encuentro: lo erotiza por la única forma en que puede
metaforizarse el proceso creativo: el sufrir gozoso, el sadismo de la disputa
entre lo que se quiere decir y lo que El Misterio permite u obliga decir. No es
la musa romántica de los amores pastoriles o posmodernos: es La Perra
(¡Perrísima!): la que rasga, muerde, exprime, eyacula, lame, crucifica, y más
(en orden aleatorio).
En “Perra/6” se
establece un diálogo entre los amantes: la promesa del retorno, la certeza de
la infidelidad. Instancias dialécticas de la creatividad que se evidencian en
el “Perra/7-Blues”. El Poetante y su
boca como territorio de disputa con La
Perra que lo engaña y estimula, que lo acosa y abandona.
El retorno a la
rutina, en “Perra/8”, es un retorno imposible: ya nada puede ser visto con los
ojos del antes, de la “pre-Perra”. La realidad se evidencia como “la irrealidad / el juego / (…) / la
irrelevante sucesión de gags”. El vecino mecánico es un “simio tosco de stanley kubrick”. Mientras
en la cocina se quita las lagañas “un
Kong en calzones de algodón” entre “correrías
de Prevert/idos polimorfos”. Pero la palabra, la total, la definitiva, la
poética, “/parece/” que nunca será
dicha (decir y felicidad).
“Herencia”
cierra el capítulo o primera parte con una reafirmación de originalidad, un
llamado a Ser y no a Heredar, una apuesta chamánica por la “trampa sagrada” y un reconocimiento soslayado de que, si la Singularidad
es un constructo ficcional, una capricho infundado, también lo es la condena de
redundar en la propia historia con las historias de nuestros antes.
Los Nocturnos de la segunda
parte son el testimonio de esa dialéctica creativa subpoética: el uso de la
segunda persona y de la primera en plural lo evidencian. Desde el primer
Nocturno hasta “Mapas” hay un hacerse, entre “Huella” y “Despedida” se declama
la tensión del deseo de más y la dicotomía que implica el dolor: Tánatos y Eros,
rearticulados.
“Místico” sintetiza, en el cronotopo de la Madrugada, el orbe de
encuentro entre Hombre y Misterio. El Subpoeta
y La Perra se instalan en ese
infinito de tensión entre la noche y el nuevo amanecer, entre el silencio y el
ruido, cuna y manantial del aullido que revive orgásmicamente en cada
encuentro.
VI / METAFÍSICA
LA PERRA es un poemario
metafísico. Una metafísica de asfalto con manchas de gasoil donde se reflejan
como luciérnagas las luces de stop de un desvencijado peugeot. Una metafísica
oprobiosa, caótica, de carne y alambre, de cocaína, muertos y máculas. Una
metafísica de preguntas y búsquedas, de incertezas, de agonías y silencios. Una
metafísica grunge, quebrada de sueños, apática a fuerza de utopías, cabrona y
sensible, simple y retorcida. Una metafísica de tensión, de barbarie y
civilización, de eros, de sacrilegios y devociones. Metafísica estética y
ética, subpoética, nouvelle/poema, síntesis surrealista de espejos. Una
metafísica del hombre y sus Misterios: Ser, Amar, Crear, Morir. Una metafísica
vital y mágica, onírica, desafinada, perversa y múltiple. Una metafísica
macedoniana, como el siglo XXI. Una metafísica suburbana, subterránea,
subdesarrollada, subjuntiva.
VII / ADVERTENCIA
Oliverio Girondo,
a cuya masmedular memoria homenajean los queridos editores de LA PERRA, escribió que “Un libro debe construirse como un reloj y
venderse como un salchichón”. Es fatalmente cierto. Algunos, muy difundidos
por los organismos de control poético, han logrado invertir la carga y escriben
como salchichones lo que venden con pretensión de máquina precisa y enjoyada.
No es este mi
caso. Tengo la histórica derrota del comercio tatuada en mi sino,
lamentablemente. Hago relojes, eso sí: Cada negligencia en estos versos ha sido
cuidadosamente descuidada. Si quieren salchichón, lo encontrarán en otras
góndolas.
Lo señalo con
respeto y sin interés alguno en declarar la superioridad de los prismas
temporales por sobre los embutidos hiperbólicos. Por el contrario, entiéndase
como advertencia y como deseo de resaltar la multiplicidad de estéticas y
fórmulas literarias que nos rodean y la calidad emotiva, espiritual, pragmática
y creativa de los cientos o miles o infinitos lectores que las religan con su
hacer de Pluspoetandos.
Para cada texto
hay, más o menos, un par de orejas, un corazón y un fragmento de Universo que
lo espera: el encuentro, inexorablemente, sucede y justifica la maravilla cruel
que es la vida. Ese es el Misterio por el que aúlla LA PERRA.
VII / POST DATA
A la vuelta de
la última página del libro, más o menos, tendrán alguna forma virtual de
hacerme llegar sus comentarios, críticas, recomendaciones, insultos, amenazas,
invitaciones a birrear, declaraciones obscenas, cartas documento o regalos estrambóticos.
Uds. deciden: en ese orden o el que prefieran. Pero los convido, los exhorto y
les ruego que lo hagan.
LA PERRA, salteando anteriores
pensares, es un libro de poesía. Un conjunto humilde y honesto, intenso y
crítico, novedoso y esperanzado de poemas. Tendrá la repercusión y la difusión
que sus lectores hagan de ellos y me servirá para seguir aprendiendo y
cuestionándo(me)(nos)(lo), y para seguir descifrando qué es este Misterio, de
qué se trata esto a los que algunos llaman Dios, Amor, Muerte, y nosotras y
nosotros llamamos Poesía.
Sergio
Felipe Mattano
Subpoeta.